Si hay alguien a quien envidio de verdad (envidia. 2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.) es a mi querida amiga Amaia. ¿Por qué? Porque ella hizo la entrevista que a mí siempre me quedó pendiente. Y además, no sólo eso, sino que hizo la entrevista en Soria, un verano, mucho antes de conocernos, cuando nunca se habían cruzado nuestras líneas y sin embargo yo estaba a sólo 45 kilómetros de ese Ford Ka en el que ella llevaba a mi querida Carmen Martín Gaite, a quien, por otro lado, yo todavía no había descubierto (faltaba un año para que lo hiciera). Y mucho tiempo después Amaia y yo tuvimos la suerte de encontrarnos, y me llevó en ese mismo Ford Ka al mismo lugar donde había llevado a la Gaite, y nos tomamos un café allí y charlamos de muchas cosas, como siempre, y supongo que me insistió -como lo hacía ayer- en que escribiera, y supongo que yo -como hice ayer- le di largas… Y al releer esa entrevista, vuelvo a pensar que si escribo algún día será para cumplir con el compromiso que tengo con esta escritora. Mientras tanto, en Iguazú n.15 quise dedicarle un especial, que ahora podéis leer aquí:

Entrevista a Carmen Martín Gaite, por Amaia Uriz.
Carmen Martín Gaite desde la ventana, por Iñaki Torre Fika.
La relación con el lector en Carmen Martín Gaite, por Alexander Caron.
Homenaje a Calila, mi primera hada, por Sonia R. Fides.

No me resisto a incluir un enlace a una columna que escribí sobre ella en la bitácora Todas, Tamaño Nuria: Releyendo a la Gaite y otro enlace en el que podemos leer a Carmen Martín Gaite sin prisa.